Los amos del mundo
ES ESTE el título de un artículo en cierta manera premonitorio de Arturo Pérez Reverte, publicado en noviembre de 1998 y que cobra una rabiosa actualidad. Y es ni más ni menos lo que hemos mantenido durante tiempo, como que las causas que están propiciando el derrumbe del modo de producción capitalista radican simple y llanamente en la inmoralidad salvaje que los próceres de las finanzas con su desmedido empeño de enriquecerse a través de pelotazos y más pelotazos que han sido consentidos y sostenidos por las manos de los poderes públicos que están y han estado a su alrededor sin dejar de darles palmaditas en la espalda.
Se hace muy difícil desgajar el poder económico-financiero del poder político como si este fuera determinante y ejecutor, aunque sea de manera sibilina y camuflada en la toma de decisiones. Los amos del mundo no crean riqueza, sino que especulan lanzando al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que en nada tienen que ver con la economía productiva." Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro".
Cuando se invoca la solidaridad para salir de la crisis que atosiga y que está poniendo en la picota el modelo, se piensa en los mismos de siempre, se recurre a los millones de trabajadores que llegan a final de mes con apuros o que tienen unos ahorros reservados en esas empresas financieras y ven cómo con el esfuerzo de su trabajo se tapan los huecos que han dejado estos magos de las finanzas que se han rodeado de los popes y gurús de la economía que lo más que han hecho es dar calor y favorecer esas martingalas especulativas. Se pide solidaridad para que el que mal vivo contribuya a que los amos del mundo sigan con sus ganancias abundantes, refugiadas ahora en los paraísos fiscales que se han fabricado para ellos , a los que, además, se les sigue premiando con silencios de escándalo o aplaudiendo su voracidad y depredación de un modo de producción que se nos va.
Y si esos son los amos del mundo, los que han diseñado nuestro futuro desde su nirvana encantador, mal asunto. Mal asunto cuando se nos dice de no se sabe cuantos sacrificios hay que hacer y más si esta recomendación nos llega desde la Moncloa por un presidente arropado por 67O asesores, hoy por hoy inservibles. Y peor aún si el pleno empleo que se decía era la meta y que se conseguiría este año ya ronda los cerca de 4 millones de parados, además de los desajustes de todos los parámetros que acentúan la gravedad de una recesión galopante, que está ahí pese a las palabras poco audibles y a la mímica mínima de un ministro de Economía y Hacienda que está pidiendo agua por señas debido a su cansancio y manifiesta incapacidad.
Mal asunto cuando los amos del mundo no se encuentran. Nunca hemos sabido quiénes son, salvo excepciones, y peor aun cuando los que tienen el deber y la obligación de resolver desde altas instancias estas cuestiones crudas lo que hacen, aparte de no abandonar sus sonrisas infantiloides, es camuflarse en el silencio de una inoperancia de órdago.
Mal asunto cuando los amos del mundo han dejado suelta y sin cabos a la economía que navega sin rumbo y hacia una deriva ciertamente más que peligrosa mientras que se parten de risa en esta o aquella orilla como si esta cuestión no fuera con ellos.