Euskadi sigue siendo nacionalista

Autor: 
Juan Jesús Ayala
Categorías: 
Artículos
Euskadi, aunque le pese a más de uno y por más que otros se empeñen en tergiversaciones malintencionadas, sigue siendo nacionalista. Y ante lo que se ve y oye uno ciertamente se queda alelado, llegando a pensar si se está viviendo en este o aquel mundo, en el de las evidencias o del ensueño. ¿Quién ganó y quién fue el partido más votado en Euskadi? La respuesta es clara: Ibarreche, en representación del PNV. Hay que decirlo así de contundente y bien alto y, sobre todo, ante lo que nos está llegando desde el bloque españolista PSOE-PP, donde pregonan que el ganador ha sido por un lado el PSOE, con sus 25 diputados, y también el PP, con sus 13 diputados, que son necesarios e imprescindibles para darle el gobierno a López. Y de paso hay que decir también que el que puedan sumar 38 parlamentarios no quiere decir que el gobierno que se forme sea éste o aquél. Las posibilidades y los juegos malabares que se producirán serán varios y al final veremos lo que acontece.
Pero volvamos a la aritmética, que es la que da luz a lo que se pretende oscurecer. Si sumamos los votos nacionalistas y los del llamado bloque constitucionalista, la diferencia es a favor de los nacionalistas en más de ochenta mil, y si se contabilizan los cien mil votos en blanco propiciados por los radicales abertzales, la suma parece estar más clara aún. Además, si se hubiese obtenido representación por los ilegalizados D3M, el resultado del voto se hubiese traducido en 40 diputados nacionalistas.
Euskadi, pues, continúa siendo nacionalista. Y cuidado con eso, cuidado con pretender hacer fintas en el aire e ir en contra de la conciencia de un pueblo, porque se podrá jugar con componendas de aquí o de allí para conformar un gobierno, pero ir contracorriente podrá ser peor el remedio que la enfermedad.
Así que a pesar de los empeños y esfuerzos dialécticos que se están prodigando por algunos no ha habido derrumbe del nacionalismo vasco, ya que se continúa pensando en Euskadi como nación, como país camino de su soberanía. El que no lo quiere ver que se ponga gafas y el que no quiera oírlo que se compre unos audífonos.
El nacionalismo español, se sabe, tiene algunas cuestiones enquistadas e ignora cómo darles solución. Cualquiera sería posible menos, por supuesto, ir en contra de la opinión de un pueblo, porque, de ser así, las cosas se torcerán aún más, se recrudecerán desde una radicalización insospechada y se intentará acortar los tiempos y los ritmos.
El nacionalismo español nunca entenderá y se le hace cuesta arriba que haya otros nacionalismos, por lo que desde una tramoya política artificial se pretende arrebatar a los pueblos sus esencias y confundir su historia, lo que es una debilidad política manifiesta.
Pero lo que está claro es que por muchas mordazas que se les ponga, por muchos trabalenguas que se saquen de la chistera y componendas falsarias de gobiernos posibles y escuálidos, los pueblos seguirán en la búsqueda de su destino como naciones camino de su estado para ser, ni más ni menos, lo que el nacionalismo español quiere hacer del país. De momento, el Estado español es plurinacional y la voz de los periféricos es tan alta y tan válida como la centralista, y desde Euskadi es ése el mensaje que se emitió el 1-M . El que no quiera entenderlo así allá él.